lunes, 22 de noviembre de 2010

“Niño, no te compro un perro que luego me toca sacarlo a mí… te compro una tortuga”.


La tortuga de orejas rojas Trachemys scripta (T. scripta en adelante), se ha convertido ya en un arraigado habitante de nuestras masas de agua, es realmente fácil encontrarse con alguna de estas exóticas tortugas soleándose junto a casi cualquier curso, estanque, lago o pantano. El porqué de su rapidísima expansión es archiconocido…

La gran mayoría de las poblaciones que se encuentran distribuidas a lo largo y ancho de la Península Ibérica (y nuestra región no es una excepción) han proliferado a partir de ejemplares liberados de forma incontrolada, ejemplares previamente adquiridos como animales de compañía y después “liberados” al río o la charca de turno, donde sin duda, mejor se las arreglan.

El problema es precisamente la facilidad con la que una especie, con las características de T. scripta, puede desenvolverse.

El gran tamaño que pueden llegar a alcanzar y su voracidad, la dotan con una importante ventaja frente a las tortugas autóctonas, como el galápago leproso Mauremys leprosa (M.leprosa) y el europeo Emys orbicularis (E.orbicularis), en cuanto a la competencia por el alimento se refiere.

Por otra parte T. scripta es una especie con una eficacia reproductiva espectacular, pudiendo llegar a realizar hasta 4 puestas anuales de hasta 11 huevos. Esta es una capacidad que ni de lejos logran alcanzar nuestras especies autóctonas, teniendo en cuenta que, incluso en las más apropiadas condiciones climáticas, el galápago leproso no realiza más de una o dos puestas anuales de entre 5 y 10 huevos, y el galápago europeo, en las mismas condiciones realiza una única puesta que no suele superar los 8 huevos, T. scripta se convierte en una eficaz competidora también por el espacio, que hasta hace bien poco estaba ampliamente ocupado por las especies autóctonas.

La tremenda ventaja con la que cuentan especies de tan alta fecundidad, se incrementa exponencialmente al manejar otras variables como la edad en que se alcanza la madurez sexual o la adaptabilidad de la especie frente a la alteración del hábitat. Y es que, en suma a la enorme adaptabilidad de los ejemplares de T. scripta, frente a las más inapropiadas condiciones del medio, que es un factor limitante de nuestras especies (sobre todo del galápago europeo), tienen el añadido de alcanzar la madurez sexual de forma muy prematura. Con tan solo 4 o 5 años de vida. Este es un periodo muy reducido si lo comparamos con los 7-8 años que requiere el galápago leproso o los 12-13 años que necesita el galápago europeo. Es lógico que estos caracteres, que permiten en el caso de la tortuga americana reproducirse en más sitios, antes y en mayor número, hagan de ella una eficaz competidora y por ende una invasora muy efectiva.

En la actualidad, el problema que representa la presencia de estas especies, cuyo impacto económico es nulo*, se mantiene al margen de la mayoría los planes de actuación que tienden, como cabría esperar, a cubrir especies cuyo impacto económico es más inmediato. Esto hace de la tortuga de orejas rojas un nuevo inquilino, que al parecer ha llegado para quedarse en nuestros ríos, embalses, charcas y demás masas de agua.

*(Con excepción de la opinión de algunos miembros del colectivo de pescadores, que consideran la presencia de estas especies como una amenaza para la pesca. Dicha amenaza desde un punto de vista puramente biológico no existe, aunque ese es un tema a desarrollar aparte).

Un ejemplo de su voracidad




2 comentarios:

  1. Hola,
    ya se lo habia comentado a Ruben, que juraria que ese video no es de Trachemys, sino de Pelusios o Pelomedusa, a ver si encuentro la referencia. Saludos

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  2. Hola ASHEGA, tienes razón... el video no se corresponde con Trachemys, pero no encontré ningún video que representara con tanta claridad la voracidad de una especie como esta. De todas formas, gracias por la aclaración.

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